Introducción
En 1979 se estrenó la película Alien del director Ridley Scott, la cual combinó de
forma novedosa la ciencia ficción con el terror. La película se convirtió en un
referente por su trama, por sus efectos visuales y porque la protagonista era una
mujer -Signourney Weaver en el papel de Ellen Ripley-. A la primera entrega le
siguieron tres secuelas: Aliens (Cameron, 1986), Alien 3 (Fincher, 1992 y Alien Resurrection (Jeunet, 1997).
En estas películas, Ellen Ripley y el alienígena se enfrentan; ella siempre se
muestra valiente, decidida y capaz de superar cualquier desafío, mientras el
alienígena se vuelve cada vez más violento y va desarrollando capacidades
comunicativas y de organización conforme avanza la saga. Años después Scott dirigió
dos películas ligadas a las primeras entregas: Prometheus (2012) y Alien Convenant (2017). Ripley ya no aparece en
estas películas, pero otras mujeres toman su lugar como protagonistas y luchan
contra variantes del alienígena.
La saga cinematográfica ha tenido un gran impacto en la cultura popular y en la
academia.1
Barker et al. (2016) afirman
que las entregas de Alien son interesantes porque la saga reúne
significados relevantes sobre la tecnología, el capitalismo, el colonialismo, lo
femenino, lo masculino y lo monstruoso.
No obstante, no hay un acuerdo sobre el significado que tienen estos temas para la
academia. Algunos autores afirman que Alien cristaliza las luchas
del feminismo de los años setenta en la figura de Ripley, y otros subrayan que es un
manifiesto antifeminista y heteropatriarcal (Freedman, 2015). También se ha mencionado que la película es un
posicionamiento humanista y anti-tecnológico, mientras que algunas personas aseguran
que es un panfleto anti-humanista y pro-tecnológico (Nowell, 2011; Pegg, 2013). Para
Barker et al. (2016),
estas interpretaciones en confrontación resultan del uso de distintos marcos
analíticos, entre ellos el psicoanálisis, la teoría queer, el
feminismo y la crítica ideológica.
Para el presente ensayo, estas interpretaciones académicas reflejan algo más que la
presencia de referentes teóricos contrapuestos: expresan las tensiones culturales
subyacentes por controlar el sentido de las entregas de Alien, en
tanto narrativas que advierten sobre un conjunto de procesos que contaminan o
purifican las sociedades contemporáneas. Este trabajo tiene por objetivo analizar
cómo las interpretaciones simbólicas que están en disputa académica por el sentido
de Alien se articulan a partir de principios binarios que
distinguen entre lo que se considera sagrado y profano, moralmente aceptable e
inaceptable, entre los procesos de racionalidad tecnológica, económica y política,
así como entre la construcción de la identidad sexual y de género.
Al seguir el posicionamiento de la sociología cultural, se asume que estas tensiones
culturales son “asentamientos simbólicos que encarnan claras referencias a las
relaciones del sistema social, ya se definan en términos de poder, solidaridad u
otras formas organizacionales” (Alexander, 2019, p.
70). Las interpretaciones académicas que se revisan en este ensayo
expresan la competencia por el sentido de un conjunto de temas que se consideran
transversales en las entregas de Alien.
En el primer apartado se confronta a quienes perciben en estas películas una crítica
o apología al capitalismo, al colonialismo y a la tecnología; en el segundo se
debate el supuesto carácter contaminante y puro de la otredad y lo monstruoso,
mientras que en el tercero se discute la hipótesis de la reivindicación o el rechazo
de las identidades sexuales y de género. El ensayo comienza con una reflexión sobre
la ficción como traductor de las disputas por el carácter puro, impuro, sagrado o
profano de ciertas dinámicas sociales. Posteriormente, se reconstruyen las tramas de
las entregas de Alien para, finalmente, analizar cómo las
interpretaciones académicas les atribuyen narrativas que legitiman o deslegitiman
ciertos órdenes sociales.
Ficción y sociedad
Las películas proyectan de forma estética eventos sociales pasados y actuales en
forma de narraciones utópicas, distópicas y ucrónicas (Kammerer, 2012). Sin embargo, los filmes no son, como sugiere
Habermas (1989), “sustitutos de
relaciones con la realidad” que permiten a los lectores entrar en la acción de la
ficción, como “un fondo de entrenamiento para la reflexión pública crítica” o como
un “precursor” visual de la esfera pública. Por el contrario, son
refracciones en las que se hacen patentes las expectativas, los temores, las
ensoñaciones o las pesadillas sobre distintas dinámicas sociales (Alexander, 2006; Williams, 2001; Jameson,
1988).
Al problematizar temas como la libertad, la autonomía o la individualidad, las
narrativas de ficción apelan a la reflexión de valores en situaciones prácticas y
concretas (Nussbaum, 1990). De igual forma,
se pueden observar personajes en momentos donde se cuestionan principios morales y
enfrentan dilemas éticos con secuelas políticas y sociales (Rorty, 1989; Whitebrook,
1996). Por esto, las películas tienen consecuencias en las estructuras de
los sentimientos, porque muestran a personajes en situaciones concretas donde toman
decisiones que les afectan, pero que también impactan a otros. Estas referencias
hacen que las abstracciones morales se hagan visibles, lo que permite las formas
específicas de cognición y clasificación entre las audiencias.
Como sugieren Ewen y Ewen (2008), las
películas reproducen figuraciones a favor y en contra del capitalismo, el
colonialismo, la tecnología, la democracia o las identidades de grupos y personas.
Por ejemplo, hasta muy recientemente en las películas sobre el viejo oeste, el
crimen, la pobreza y la segregación racial, sexual y de género propagaban ideas que
justificaban o criticaban este tipo de desigualdades. Si bien esas referencias no
han desaparecido del todo, lo cierto es que “el género del oeste, que enfrentaba
indios y vaqueros, casi desapareció […], los temas sobre el conflicto violento de
base racial y la vulnerabilidad de las civilizaciones se trasladaron a las guerras
entre terrícolas y temibles invasores procedentes de imperios autoritarios” (Alexander, 2006, p. 114) o, como se analiza en
este trabajo, parásitos extraterrestres que amenazan a la humanidad.
Las interpretaciones académicas de las películas buscan mostrar cómo estas justifican
o cuestionan determinados temas sociales de forma abierta o velada (Spillman, 2020). Al hacerlo, generan espacios
de disputa por el sentido de estos filmes. Los debates pueden ser analizados desde
la sociología cultural como interpretaciones sustentadas en oposiciones binarias que
evidencian las tensiones sobre aquello que se pondera moralmente como pertinente o
abominable, puro o impuro, sagrado o profano, sagrado-puro o sagrado-impuro. Los
códigos culturales establecen categorías fundacionales que clasifican a los
individuos, grupos, organizaciones e instituciones en términos sociales y morales, a
tal punto que establecen los criterios de pertenencia y membresía social (Seidman, 2017).
Lo anterior permite construir los referentes del buen y mal ciudadano, gobernante o
autoridad, del potencial liberador u opresivo de la tecnología, o de quién puede ser
considerado como amigo o enemigo. En la franquicia de Alien es
posible encontrar un conjunto de binarios que perciben la película como una crítica
o una defensa de: a) el racionalismo tecnológico de carácter capitalista y colonial;
b) de la exclusión del otro, y c) de los contornos socialmente aceptados de la
identidad sexual y de género. Cada conjunto binario se materializa en protagonistas
-sean humanos, monstruos o androides-, naves espaciales, instalaciones militares,
empresas y computadoras.2 Es aquí
donde se puede apreciar la competencia por controlar los referentes morales, las
esperanzas y temores sociales que se atribuyen a la franquicia
Alien.
De Alien a Covenant: secuelas y
precuelas
La trama de Alien y sus secuelas puede resumirse en la lucha entre
Ripley y distintas versiones de xenomorfos -seres biológicos parasitoides que
utilizan a los humanos como huéspedes-.3 El encuentro entre los humanos y los xenomorfos no es
causal, sino que es provocado de forma constante por la Weyland-Yutani Corporation
para desarrollar armas biológicas a partir de la manipulación genética de los
alienígenas. En Alien, Ripley se enfrenta a un xenomorfo que se ha
introducido en su nave infectando y diezmando a la tripulación. En
Aliens, la protagonista lucha con una reina alienígena que se
dedica exclusivamente a poner capullos para reproducir a su especie. En
Alien 3, Ripley enfrenta dos desafíos: pelear contra un
xenomorfo que se ha mezclado con genes de perro y afrontar el hecho de que incuba un
alienígena en su cuerpo. Si bien derrota al xenomorfo-perro, no soporta la idea de
albergar en ella un xenomorfo, por lo que decide suicidarse. En Alien
Resurrection, Ripley ha sido clonada después de su muerte y porta los
genes del alienígena, lo que la convierte en un arma poderosa, pero también en la
madre de un xenomorfo humanoide a quien finalmente decide asesinar.
Cada una de estas entregas se desarrolla en distintos escenarios, todos ellos
gélidos, oscuros y altamente tecnologizados pero, al mismo tiempo, orgánicos: una
nave que transporta minerales, una colonia planetaria, una cárcel donde los
prisioneros fanáticos profesan una religión milenarista y una base militar donde se
realizan experimentos genéticos. Las referencias góticas son evidentes en cada uno
de estos escenarios y permiten resaltar la presencia fantasmagórica del alienígena,
así como la fuerza y el espíritu de la protagonista.
En cada película, Ripley tiene que enfrentar distintos dilemas éticos: arriesgar su
vida para rescatar su mascota (el gato Jonesy), proteger a una niña huérfana como si
fuera su hija (Newt), terminar con su vida para evitar que el xenomorfo que incuba
sea utilizado por la Weyland-Yutani Corporation o decidir sobre la vida de una
criatura que ha concebido con la reina xenomorfa. Además, en cada entrega Ripley
debe luchar contra androides y computadoras que responden a las órdenes de la
Weyland-Yutani Corporation, pero también hace alianzas con algunos androides que
cuestionan las ordenes de la corporación.
En las precuelas Prometheus y Alien: Convenant, los
escenarios siguen la misma pauta y confrontan, al igual que Alien,
a las mujeres protagonistas y a los alienígenas; sin embargo, las historias se
centran en los conflictos éticos y morales de la manipulación genética. En
Prometheus, un grupo de investigadores financiados por
Weyland-Yutani Corporation decide ir a la búsqueda de los alienígenas responsables
de diseñar a los humanos, a los que llaman los Ingenieros. Cuando los encuentran,
descubren que crearon a los humanos con el fin de hospedar xenomorfos en ellos. En
Alien: Convenant, un androide rebelde de la Weyland-Yutani
Corporation trata de producir nuevas especies a partir de la fusión genética entre
los humanos y los xenomorfos, con el propósito de convertirse en una especie de dios
creador de vida.
Capitalismo, colonialismo y tecnología
Las distintas entregas de Alien se han interpretado como
críticas a las empresas extractivistas que, sin ningún escrúpulo, alteran los
ecosistemas al liberar amenazas virales o bacteriológicas (Addison-Smith, 2005; Etxeberria, 2008). De acuerdo con algunas interpretaciones,
Alien muestra cómo funciona realmente el capitalismo: bajo
el control de corporaciones insaciables (Cohen,
2011), con ingenieros que están dispuestos a usar la tecnología para
crear armas biológicas (Mccutcheon, 2007)
y militares que facilitan el trabajo de unos y otros (McCulloug, 2001). Por tanto, Thomson sugiere que
Alien es una alegoría de cómo “los intereses corporativos
entienden el potencial comercial que hay detrás de controlar la naturaleza,
incluidos los alienígenas” (1997, p.
406). Así, Alien se interpreta como un manifiesto
anticolonial (Phillips, 1998).
Algunas lecturas sugieren que las naves e instalaciones espaciales en
Alien y sus secuelas poseen un ambiente oscuro y
amenazante, al mismo tiempo que tecnológico y orgánico, una tecnósfera
impersonal y fría, propia de colonizadores y conquistadores (McDaniel, 2016).4 Así, los escenarios encarnan el carácter
gélido y funcional ‒calificado como impuro‒ del capitalismo: lugares de trabajo,
producción y generación de ganancias. En efecto, las computadoras y los
androides funcionan como capataces de la Weyland-Yutani Corporation para
controlar a las tripulaciones y tomar decisiones sobre su destino (Hantke, 2003).
Esta interpretación, que destaca la supuesta crítica de Alien al
capitalismo colonial y su tecnología, se encuentra también en las
interpretaciones de Prometheus y Alien:
Convenant. Algunos estudios sugieren que en estas dos precuelas se
cuestiona el colonialismo (Williams,
2016) al mostrar cómo los humanos, en tanto colonizados, son el resultado
de la manipulación de sus colonizadores. De esta forma, se debate la
excepcionalidad humana, su autonomía, evolución natural y, sobre todo, que sea
el producto de un dios, como propone el judeocristianismo (Pegg, 2013).5
A decir de estos análisis, Prometheus desafía al
antropocentrismo occidental hegemónico, ya que la vida “es el resultado de un
creacionismo posthumano nihilista, donde la vida humana se reduce al material
carnoso de una cadena incomprensible de evolución forzada por parte de los
Ingenieros que apunta hacia un futuro post-especie de pesadilla” (McWilliam, 2015, p. 545). El principio de
la racionalidad tecnológica es dibujado como un mecanismo gélido que disipa la
singularidad de lo humano. Esta interpretación resalta claramente en
Alien: Convenant, donde un androide está obsesionado por
producir -utilizando a los humanos como recipientes- una nueva especie
alienígena que no solo pueda controlar, sino que pueda reconocer a su creador:
la falta de humanidad del androide se presenta de esta forma como la inversión
de lo divino (Pop, 2018).
Miedo y fascinación a la otredad
Las distintas entregas de Alien se han interpretado también como
una narrativa que expresa la dialéctica conservadora de la diferencia y la
identidad, donde el Otro es siempre una amenaza que contamina a la sociedad y,
en consecuencia, debe ser sometido o exterminado (Bould, 2007). Según esta lectura, el xenomorfo representa la
estructura paranoide de la sociedad blanca protestante estadounidense que ve al
Otro como un peligro (Burns, 2001; Dedman, 2010). Lev (1998) sugiere que el xenomorfo no aterroriza porque
asesina, sino porque contamina a los humanos al hospedarse en ellos. Russell (2013) afirma que la reina
xenomorfa de Aliens -quien además es negra- refuerza el
estereotipo popularizado por la derecha conservadora estadounidense de que las
mujeres afroamericanas tienen una gran descendencia para allegarse de los apoyos
del Estado.
Según los críticos de Alien, la saga promueve una ideología
conservadora donde el exterminio del Otro se justifica cuando se considera que
es parasitario del orden social (Coyle,
2010; Christol, 2011). En
Alien Resurrection, Ripley necesita preservar la sacralidad
de la mujer blanca heterosexual, por lo que mata al hijo que ha concebido de su
relación con una reina xenomorfa (Hutnyk,
2005), por lo que la película legitima las políticas de limpieza
racial (Wilcox, 2017). Además, conforme
avanzan las entregas de la franquicia, el xenomorfo pasa de ser una criatura
instintiva a una que tiene conciencia y que es capaz de comunicarse y generar
comunidad, lo que justifica su exterminio, ya que es una amenaza que contamina
la sociedad democrática blanca estadounidense (Lynteris, 2016; Maderspacher,
2006).
Por otro lado, hay interpretaciones que sugieren que las narrativas de estas
películas deben leerse como una defensa de las propiedades purificadoras de la
hibridación y la mezcla de razas. Para Dehon
(1994), en Alien Resurrection la fusión genética de
Ripley con un xenomorfo, su apareamiento con una reina xenomorfa y el hecho de
que de esa relación se haya engendrado una criatura con características humanas,
actualiza la figura clásica griega donde los humanos y los dioses terminan por
asimilarse biológicamente después de enfrentarse a muerte. Al igual que en la
mitología, el resultado de la lucha entre una humana y un supuesto dios
extraterrestre es una Ripley que asimiló la fuerza de un xenomorfo y un
xenomorfo que se ha humanizado.
Sexualidad y género
En un tercer conjunto de temas se disputa la supuesta reivindicación o negación
de las identidades sexuales y de género en las entregas de
Alien. Algunas interpretaciones coinciden en que la primera
entrega fue atractiva por el protagonismo de una mujer dentro del género de la
ficción y el horror (Labarre, 2014; Nowell, 2011). Wilson (2012) sugiere que la decisión de poner a Ripley
como el personaje principal se debió al éxito del movimiento feminista de los
años setenta. En Aliens se resaltaron las figuras femeninas de
Ripley, Newt y la soldado Vázquez.6 Ripley representa a la mujer que enfrenta grandes
peligros sin perder su instinto maternal por el cuidado -considerado como puro-
hacia una mascota o una huérfana (Krämer,
1998).
Estas interpretaciones indican que Ripley despliega distintas facetas de lo
femenino en cada entrega. En Alien se muestra decidida y capaz
de inventar sus propias reglas, en Aliens es un cuerpo
militarizado, en Alien 3 es la alegoría de una guerrera
enferma, en Alien Resurrection se fusiona con el código
genético del xenomorfo para emerger como una mujer posthumana. Para Jackson (2009), Ripley representa el tropo
de la mujer que “queda en pie”, la última sobreviviente en combate contra los
peligrosos extraterrestres y el poder del capitalismo que encarna la
Weyland-Yutani Corporation.
Algunas interpretaciones advierten que lo más interesante de Ripley es que es una
heroína que articula su identidad alrededor de elementos masculinos y femeninos
(Edwards, 2004). De acuerdo con esta
lectura, es por esta razón que resulta incómoda para la cultura patriarcal, ya
que es un personaje fuerte, indomable, decidido, pero que no deja de lado sus
emociones y su sentido de la maternidad (Greven,
2010; Tigges, 2017). A decir
de Freedman (2015), el comportamiento de
Ripley fue lo que cuestionó en su momento las políticas antifeministas de la era
Reagan.
Sin embargo, otros análisis sugieren que la figura de Ripley es funcional al
orden heteropatriarcal porque reproduce los estereotipos impuros de lo femenino
(Penley et al.
1991). Para Penley et
al. (1991), la protagonista proyecta las pretensiones
militaristas del reaganismo. Se le dibuja como histérica,
atormentada por una maternidad que no logra alcanzar debido a la constante
demanda de trabajo que le exige la corporación. Es una mujer carente de agencia,
un títere del patriarcado. Claydon (2007)
asegura que la ideología conservadora que impregna la película nos hace creer
que Ripley es valiente y autónoma, pero en realidad es manipulada por la
Weyland-Yutani Corporation.7
Al seguir estas lecturas, Ripley está atrapada en su instinto maternal
-considerado como impuro- que la impulsa a rescatar un gato o a cuidar a Newt
(Csicsery-Ronay, 2007). Además, se le
enmarca en los estereotipos de lo femenino cuando aparece en ropa interior. Como
advierte Davis (2000), la escena en
Alien donde Ripley se encuentra semidesnuda, derriba todo
el trabajo de autonomía, coraje y decisión que jugó en la película.
Otras críticas resaltan la ideología conservadora de las
entregas, ya que, bajo un supuesto empoderamiento de la
mujer, pretenden incitar el miedo y el horror hacia los poderes revolucionarios
-asumidos como profanos- de lo femenino. Algunos críticos de la saga aseguran
que es interesante que los xenomorfos tengan una boca que asemeja un miembro
sexual masculino dentado y que sea una mujer la que los extermina. Parece que el
objetivo de la película es activar con Ripley la imagen preedípica de la vagina
castrante (Claydon, 2007). La
protagonista aparece como la mujer impura que amenaza el orden
heteropatriarcal.
También se ha interpretado al xenomorfo como una figuración crítica del
heteropatriarcado, porque el hecho de hospedarse como parásito en los humanos
recuerda a la gestación humana, y que el vientre materno es el único momento en
el que se está fuera de la estructura simbólica y de la ley del padre (Grafius, 2016). Esta crítica al orden
heteropatriarcal atribuido a los xenomorfos llega en Aliens a
un punto tal que la reproducción de la reina alienígena se dibuja como
voluntaria, donde los machos son innecesarios, superfluos e impotentes para los
fines de esta.
En Alien Resurrection, Ripley se convierte en una
Ripley-alien-xenomorfa genéticamente modificada de la que resulta una nueva
especie capaz de prescindir de cualquier macho, lo que fusiona así la supuesta
forma sagrada del lesbianismo queer y la capacidad de la
maternidad (Csicsery-Ronay, 2007).
Además, el xenomorfo cuestiona la masculinidad al hacer accesible a los hombres
el miedo a la violación y al embarazo, dos momentos que se perciben, desde el
patriarcado, como estados de fragilidad y sumisión (Hoffman, 2011). Para Kerry
(2009), la penetración y la fecundación alienígena evocan el miedo de
los hombres a ser feminizados. La respuesta emocional de estos últimos es un
estado de shock, repulsión y fascinación mórbida (Koven, 2003).
Sin embargo, hay quienes perciben en el xenomorfo la condensación de los temores
conservadores. De acuerdo con estas ideas, el diseño de la saga está hecho para
mostrar el carácter contaminante de lo femenino (Eberle-Sinatra, 2005; Balinisteanu,
2012). La criatura que se abraza a la cabeza de sus víctimas se lee
como una (m)other, una “madre-otro” que apela a la madre
preedípica fálica, castrante, sádica-oral (Davis, 2000). Según esta interpretación, la constante producción de
fluidos del xenomorfo tiene como fin representar la menstruación, y su boca, un
miembro sexual masculino dentado. Al dibujar al xenomorfo como una hembra
fálica, la supuesta ideología conservadora que alimenta Alien
advierte del peligro sobre las intenciones contaminantes del feminismo, ya que
este último pretende reestablecer la supuesta capacidad fálica ancestral de las
mujeres (Csicsery-Ronay, 2007; Lopez-Cruz, 2012).
Según esta interpretación, el conservadurismo presenta la eterna confrontación
entre Ripley y el xenomorfo como si la protagonista fuera una feminista sacra,
pero en realidad provoca que haga lo que el heteropatriarcado espera de toda
mujer: que destruya a la (m)other para restablecer el orden
masculino (Davis, 2000). Sin embargo,
Hobby (2000) considera que en
realidad los xenomorfos no representan una mujer fálica, sino la vagina dentada,
una figura que reviven los conservadores para mostrar el carácter contaminado
del movimiento feminista.
Conclusiones
Las interpretaciones por controlar el sentido de Alien, así como sus
secuelas y precuelas, no son el resultado exclusivo de marcos teóricos distintos,
sino que son asentamientos simbólicos que condensan los temores y las expectativas
sobre la racionalidad capitalista colonial y tecnológica, los procesos de exclusión
e inclusión de la otredad y lo monstruoso, además de la identidad sexual y de
género. El objetivo de este trabajo fue mostrar cómo los asentamientos simbólicos
catalizan los horizontes apocalípticos y utópicos, los temores y las esperanzas
sobre un conjunto de temas sociales actuales, sin pretender confirmar o negar la
veracidad de las interpretaciones analizadas.
La fuerza de las corporaciones capitalistas que utilizan la tecnología como medio de
extracción de minerales y la manipulación genética dibuja un escenario donde la
racionalidad económica y técnica contamina la vida humana. Resulta interesante
observar que en el conjunto de las entregas de Alien no hay una
visión sagrada o pura de la tecnología. A los Ingenieros -sean humanos,
extraterrestres, androides o computadoras- se les caracteriza como entidades que
desacralizan la vida humana de forma constante, a través de la tecnología y de la
ciencia.8
Estas evaluaciones contrastan con las que se hacen a las expresiones de lo monstruoso
y la Otredad. De acuerdo con algunas interpretaciones, Alien
contiene una narrativa visual que nos advierte sobre los peligros de lo distinto, de
aquello que puede ser considerado como un ente parasitario contaminante porque se
introduce de manera silenciosa en el orden social heterosexual, patriarcal y blanco.
Según otras posiciones, la Otredad y lo monstruoso tienen un carácter sagrado que
debe defenderse, de la misma manera que la hibridación y la mezcla social. Desde
estas lecturas se percibe que en Alien y sus secuelas hay un cierto
manifiesto multicultural.
De igual forma, las identidades sexuales y de género que se leen en las
interpretaciones de la franquicia se traducen al mismo tiempo como insignias de
pureza e impureza de lo diverso. Según algunos análisis de Alien,
la franquicia es un posicionamiento feminista y, en algunos momentos,
queer, que reivindica el empoderamiento de las mujeres y las
identidades sexuales y de género. Ciertamente, otras lecturas de la saga consideran
que en el fondo se mueve una narrativa conservadora que alerta sobre los peligros
del movimiento feminista y la diversidad sexual para el orden heteropatriarcal.
Las interpretaciones académicas que compiten por el sentido moral de este grupo de
temas definen una serie de esperanzas y temores sociales. Estos temas se organizan
alrededor de la tecnología, la cual funciona como un epicentro en el que se trenzan
los debates en relación con lo monstruoso y la Otredad, el feminismo y la diversidad
sexual. Si vemos en conjunto las precuelas y secuelas de Alien, los
xenomorfos son el resultado de la ingeniería genética de los humanoides
extraterrestres. Aquellos son, a su vez, alterados por los androides que han sido
creados por los humanos; sin embargo, estos últimos también son creados
genéticamente por los humanoides extraterrestres.
Alien refracta en la literatura académica una serie de disputas
éticas y morales que son relevantes para las sociedades contemporáneas: la
manipulación genética, el feminismo, la reivindicación de la Otredad y la identidad
sexual y de género. Este reflejo se realiza a través de imágenes y diálogos que
tienen un impacto catártico en la autocomprensión de la sociedad, porque afectan
nuestro sentimiento sobre lo que consideramos correcto o incorrecto, puro o impuro,
sagrado o profano. Por esta razón, Alien genera un interés en la
esfera de la reflexión académica, en la medida en que se considera que condensa -en
ocasiones de forma voluntaria y a veces involuntaria- los debates contemporáneos
sobre determinados temas. La sociología cultural puede ayudarnos a comprender cómo
se configuran moralmente estos debates en otros espacios del mundo ficcional.